Política Industrial y de I+D+I
Política Energética
España importa prácticamente el 99 % de los hidrocarburos que emplea para generar energía, lo que nos hace muy dependientes de los vaivenes del mercado y de los posibles cortes de suministro decididos por los países suministradores.
A las centrales hidroeléctricas las han dejado relegadas, impidiendo la contribución de que podía ser capaz al total de energía producida, aunque la energía hidroeléctrica suele ser muy aprovechada cuando conviene para producir energía barata que será cobrada a precios de la más cara.
La energía eólica ha cobrado una importancia fundamental, pero a veces el aire se para, además tampoco se puede decir que sea una energía absolutamente inocua, por lo menos para algunas especies de la fauna que habita en las zonas que invaden los molinos de viento.
La energía solar está aún en mantillas, sobre todo en lo referente a su acumulación, sin embargo invade terrenos sustraídos al cultivo y a los pastos a cambio de subvenciones que solo son pan para hoy y hambre para mañana. Además, tiene dificultad para ser acumulada en las cantidades que se precisaría, de hecho hay momentos e instalaciones en los que el exceso de producción exige la desconexión. En cambio, hay otras circunstancias en las que la ausencia de sol no permite que esas instalaciones puedan cubrir las necesidades solicitadas.
De la energía nuclear no se quiere ni oír hablar, ni siquiera de las centrales de las generaciones III+ y IV, en las que China y otros países están confiando para garantizarse una cierta independencia energética. Sin embargo, tanto por su eficiencia, como por su seguridad, son indudablemente un seguro para garantizar el suministro de energía en cualquier circunstancia.
Por si todo eso fuera poco, ahora nos negamos la posibilidad de aprovechar nuestros recursos naturales para salir adelante, aunque sea transitoriamente, mientras se avanza en el desarrollo de otras tecnologías. Para adornar la pereza investigadora y la parálisis de la Administración del Estado en este asunto, la desastrosa política exterior del gobierno de coalición actual nos mete en un lio, primero con Marruecos y después con Argelia, nuestro primer suministrador de gas, hasta que EE. UU., o casualidad, le usurpa el puesto. El resultado es que ahora pagamos bastante más por el gas y no es solo por la dichosa guerra de Ucrania.
Mientras, nuestras reservas siguen ahí, esperando a que alguien tenga los arrestos necesarios para ir a buscarlas. Se ha desestimado por ley la posibilidad ni siquiera de investigar o explorar nuestras reservas de gas no convencional, no digamos ya de explotar. Cuando nuestros políticos se ponen a cumplir lo acordado en la COP21 de París, o la globalista Agenda 2030, son los mejores sin lugar a duda, los más entregados. Sin embargo, están despreciando la posibilidad de zafarnos de parte de la dependencia energética que nos atenaza. Según un informe del Consejo Superior de Colegios de Ingenieros de Minas sobre las reservas de gas no convencional en España (https://web.ua.es/es/fracking/documentos/documentos-de-interes/consejo-superior-colegios-ingenieros-de-minas.pdf), nuestras reservas de gas no convencional parece que se podrían cifrar en una cantidad suficiente como para cubrir las necesidades nacionales de consumo de gas (estimación hecha en 2012) durante casi 40 años. Teniendo en cuenta que esa estimación está hecha considerando únicamente las zonas de mayor posibilidad de encontrar gas, si se dedicara algún esfuerzo a la investigación y prospección en este campo, las reservas podrían ser posiblemente algo mayores. La explotación de gas no convencional ha alcanzado una importantísima reducción de costes, sobre todo de inversión, pero también en las operaciones a efectuar hasta poner el gas en la red. Ello provocaría indudablemente un fuerte impacto, tanto en términos de disponibilidad de gas nacional como de precio para los consumidores.
Hay que incentivar la investigación y el desarrollo para lograr mejorar la eficacia de las energías renovables actualmente en producción y para incorporar otras, aunque sin volver a caer en el error de trasladar a la factura de los consumidores las indebidas subvenciones concedidas a empresas dedicadas a la energía solar y eólica. Pero incentivar esas investigaciones y desarrollos no nos debe conducir a desechar la oportunidad que nos ofrecen nuestras reservas de gas natural no convencional, ni las centrales hidroeléctricas, ni las térmicas (de momento) y tampoco las nucleares, porque las energías renovables tienen momentos en los que no pueden soportar toda la demanda y es inexcusable tener otras fuentes de energía de respaldo. No podemos estar haciendo permanente seguidismo de políticas energéticas cínicas, globalistas o europeas, que por un lado regulan el mercado energético y por otro aplican los precios de las energías más caras a las producidas con los costes más bajos.
Parece que nuestros políticos están instalados en el seguidismo irracional de posturas ecologistas radicales, promocionadas por ese globalismo que, con la falsa excusa de reducir la desigualdad, pretende hacernos más pobres, más dependientes, si cabe, y menos libres.
Avante 2/3 promocionará la investigación prospección y extracción de gas natural no convencional que ya ha alcanzado un alto nivel de eficiencia, seguridad y respeto al medio ambiente; también promocionará la construcción de centrales nucleares de IV generación; así mismo, conservará las centrales hidroeléctricas; y, por supuesto, impulsará la investigación para mejorar las energía renovables actualmente en uso y las que puedan ir surgiendo.