EN DEFENSA DE LA GANADERÍA

POR LA DEFENSA DE NUESTRA GANADERÍA


LA GANADERÍA INTENSIVA
Varios grupos ecologistas han entrado a saco contra la ganadería intensiva, respaldados por los “podemitas” mercenarios  de la Agenda 2030 y otros partidos políticos, también entregados a ese nuevo credo. Lo han hecho con orejeras, tirando por la calle del medio, y con su especial acritud, por supuesto.
Me da la sensación de que el problema lo centran en el tamaño de las explotaciones de ganadería intensiva, decantándose por las pequeñas explotaciones, en detrimento de las que llaman macro granjas. Por otro lado, en sus discursos parecen apoyar a la ganadería extensiva frente a la intensiva, pero tampoco explican claramente las ventajas e inconvenientes de una u otra.
Me da la sensación de que el problema lo centran en el tamaño de las explotaciones de ganadería intensiva, decantándose por las pequeñas explotaciones, en detrimento de las que llaman macro granjas. Por otro lado, en sus discursos parecen apoyar a la ganadería extensiva frente a la intensiva, pero tampoco explican claramente las ventajas e inconvenientes de una u otra.
Uno de los mantras de los enemigos de la macro granjas es la contaminación de los acuíferos por los nitratos de los purines. En este caso la solución a ese evidente y grave problema es determinar la cantidad y tipos de nitratos que puede absorber la tierra de una determinada zona a largo plazo, sin afectar a los acuíferos de esta. Para hacer esa valoración están, o deberían estar, las consejerías de las Comunidades Autónomas (CCAA), las Confederaciones Hidrográficas y el ministerio de Agricultura, Pesca y Ganadería o como se Uno de los mantras de los enemigos de la macro granjas es la contaminación de los acuíferos por los nitratos de los purines. En este caso la solución a ese evidente y grave problema es determinar la cantidad y tipos de nitratos que puede absorber la tierra de una determinada zona a largo plazo, sin afectar a los acuíferos de esta. Para hacer esa valoración están, o deberían estar, las consejerías de las Comunidades Autónomas (CCAA), las Confederaciones Hidrográficas y el ministerio de Agricultura, Pesca y Ganadería o como se llame.
Con esos estudios técnicos adecuados se debería estar en condiciones de determinar el número total cabezas de ganado que pueden convivir en una de área. Sea en 5 explotaciones de 5.000 cabezas, en 10 de 2.500 o en 40 de 625. De esa manera se podrían conceder las licencias para las explotaciones ganaderas de manera objetiva, respetando el medio ambiente y la sostenibilidad.
El problema es que a veces han primado intereses ocultos y se ha sorteado la ley. Incluso puede que, en alguna ocasión, se haya legislado para el beneficio de algunos grupos o empresas, con el fin de aprovechar circunstancias favorables del comercio nacional e internacional de carne. ¡¡El que esté libre de pecado que tire la primera piedra!!

EXPLOTACIONES FAMILIARES Y COOPERATIVAS
Particularmente soy más partidario de las pequeñas explotaciones familiares o en régimen de cooperativa. Pero, en la actualidad, estas explotaciones están abocadas a trabajar para empresas cárnicas que, a menudo, les proporcionan los animales recién nacidos o con la edad apropiada para proceder al engorde y los piensos necesarios, pero a cambio les fijan precios casi como si fueran un oligopolio. El ganadero de una pequeña explotación se encuentra ante unos gastos derivados de la construcción, mantenimiento de la instalación y del debido cumplimiento de las normativas medioambientales, de bienestar animal y sanitarias, pero con unos ingresos controlados por el empresario comercializador y único cliente.
Como siempre son las grandes empresas y corporaciones las que sacan mayor ventaja, no invierten en instalaciones ni las mantienen, no se hacen responsables legales de casi nada, derivan el rechazo social a los titulares de las explotaciones y casi siempre salen con ventaja de los vaivenes de los mercados. Magro negocio a costa de un ganadero que más que propietario de una granja es un “autónomo” que trabaja para una de las empresas cárnicas que controlan la industria ganadera.
El Estado debería facilitar e incentivar la constitución, en este sector, de empresas cooperativas que fueran capaces de modificar las condiciones impuestas por las grandes corporaciones que controlan actualmente la industria ganadera.


GANADERÍA EXTENSIVA
A pesar de todo, sean más o menos grandes, las explotaciones de ganadería intensiva, son claramente necesarias. A parte de las evidentes razones económicas, la ganadería extensiva está condicionada por la máxima admisión de cabezas de ganado de cada ecosistema, considerando la sostenibilidad del medio en el que paste el ganado.
En una determinada zona hay que evitar que la excesiva concentración de ganado perjudique de tal manera al suelo que pueda llegar a verse disminuida su capacidad regeneradora, afectando a los pastos, la flora, la fauna y a las reservas hídricas.
En el caso de un inadecuado y excesivo pastoreo también se puede provocar un efecto nocivo en la vegetación de la zona, debido al exceso de nitrógeno en los suelos. Para evitar esos problemas es imprescindible que las autoridades responsables, normalmente autonómicas, se pongan las botas y salgan al campo a obtener los datos necesarios para determinar la capacidad sustentadora de cada zona de pasto, la capacidad de las reservas hídricas, etc. para, en consecuencia, determinar la carga ganadera que es capaz de sostener una determinada zona de su territorio. También es imprescindible el control del uso de fertilizantes que alteran químicamente los pastizales para que la hierba crezca más rápido y que influye sobre la forma en la que estos animales llevan a cabo la digestión. SOSTENIBILIDAD de verdad, no de moqueta y a ojo de buen cubero. Sin embargo, una práctica adecuada y controlada de la ganadería extensiva supone unos beneficios tan importantes para los ecosistemas en los que se practica, que hacen imprescindible su preservación e incluso el apoyo de las instituciones. Creo que no hace falta enumerar las ventajas que supone una bien planificada ganadería extensiva para el medio ambiente, la biodiversidad y el bienestar animal.
LA TRASHUMANCIA
Pero me voy a permitir poner una pica en Flandes por una actividad muy ligada a la ganadería extensiva, la trashumancia. Lo hago porque estoy muy ligado a ella por amistad, por admiración e, incluso, como miembro de la Asociación Trasgredos.
Uno de los factores que en la Península Ibérica, a lo largo de los siglos, más ha contribuido a mantener nuestros ecosistemas y su biodiversidad, han sido los movimientos de ganado herbívoro entre los agostaderos e invernaderos, LA TRASHUMANCIA. En estos movimientos el ganado trashumante disemina semillas y abona el terreno de forma natural, por ello en nuestros pastos contamos con una importantísima biodiversidad de herbáceas. Tan es así, que en nuestra nación se encuentran cuatro de las siete regiones biogeográficas principales reconocidas por la Unión Europea (UE).
La biodiversidad de nuestros ecosistemas permite la conservación, entre otras, de especies animales que están o han estado en peligro de extinción; además facilita la invernada a millones de aves procedentes del norte y la alimentación y descanso de otras en su migración a África y en su vuelta a Europa. Tampoco nos podemos olvidar de que, a pesar de la ley que obliga a la retirada de los cadáveres de los animales que mueren en las zonas de estancia o en el movimiento, no se puede evitar que éstos sirvan de alimento a aves como el buitre leonado o el majestuoso quebrantahuesos, ya que algunas de esas carcasas pueden estar localizadas en zonas de difícil acceso, sobre todo en zonas de montaña, o porque la rápida actuación de esas aves no de tiempo a la preceptiva recogida de los restos.
Por otro lado, nuestros pastos y bosques y la gran variedad de matorrales, piornales, jaraleras, rastrojos, etc. que, junto a las tierras cultivables, suponen el 90% del territorio, “secuestran” más de 280 toneladas de carbono por hectárea y año, constituyendo un verdadero pulmón para nuestros hábitats, contribuyendo humildemente a la lucha contra eso que llaman ahora cambio climático.
No está fuera de lugar entonces decir que, si la trashumancia es uno de los factores que contribuye a lograr tales beneficios, debería estar mejor considerada y apoyada. Las administraciones no pueden quedarse sólo en las buenas palabras, en el apoyo u organización de eventos culturales y folclóricos, o en el apoyo a exposiciones y pequeños museos. Deben de tomarse en serio la recuperación de la red de vías pecuarias y sus infraestructuras de apoyo (abrevaderos, corrales, chozos, descansaderos…), hoy día muy deteriorados. Tienen que lograr la coordinación normativa entre las diferentes administraciones y la simplificación de gestiones necesarias para el movimiento, saneamiento y vacunación del ganado trashumante, verdadero quebradero de cabeza para el ganadero trashumante.
No hay que olvidar que trashumar es duro, supone sacrificio personal, familiar y económico. Sacrificio que, para el trashumante, tiene su compensación moral en las ventajas antes expuestas y en los beneficios que supone para la salud y calidad de vida del ganado.
Evidentemente es más cómodo, aunque supone un coste mayor, efectuar los movimientos de ganado en camión (el tren dejó de emplearse desde 1996, cuando la RENFE decidió suspender este servicio), pero la milenaria costumbre de la trashumancia recorriendo las vías pecuarias trae consigo, además, el logro de un valor añadido mediante la calidad de los productos que acompañan a esta actividad, como son los propios de la artesanía pastoril (cuero, lana, instrumentos musicales, cerámica…), los alimentarios (queso, carne, mantequilla, miel, mermelada, embutidos…) y los culturales (libros, guías y rutas turísticas y culturales, fotografía, vídeo…).
Entre estos últimos hay que hacer especial mención de la atracción turística que puede suponer la trashumancia, dando la posibilidad al turista de participar directamente en labores auxiliares, o de hacer rutas a pie, en bicicleta o caballo por esos corredores ecológicos que son las vías pecuarias y de disfrutar de alojamientos rurales o acampadas en plena naturaleza. Todo ello constituye, sin duda, una posibilidad para fijar la población al medio rural e, incluso, para crear polos de actividad productiva, ganadera, turística y cultural que puedan atraer gente hacia las zonas rurales, que falta hace.

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  1. Francisco Javier Gutiérrez Egea Francisco Javier Gutiérrez Egea

    En el primer tercio de mi vida fui ganadero. Ahora veo con tristeza como progresivamente va desapareciendo la ganadería extensiva por falta de beneficio en esa actividad lo que desincentiva de forma irreversible el recambio generacional. De lo único bueno que cabe decir de esta circunstancia es que los ganaderos que resisten están viendo subir los precios de sus animales. Quizás esto anime a jóvenes que les guste el campo. En todo caso, al menos debería cuidarse la política fiscal de esta actividad, disminuyendo los costes de producción e incentivar la asociación de productores que les protejan contra los abusos de los intermediarios.

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