LAS DOS ESPAÑAS

LAS DOS ESPAÑAS

LAS DOS ESPAÑAS O CONCORDIA Y COLABORACIÓN

De nuestros progenitores y familia más cercana, aprendemos más del ejemplo que nos dan, que de lo que nos dicen.
Mi padre es un referente para mí, con quince años su familia le mandó de pastor con su hermano mayor a una finca en el monte del Pardo, Madrid. En 1936 cumplió los 18 años, de manera que se alistó voluntario en la llamada quinta del biberón. He dicho voluntario porque le dieron a elegir: «quieres alistarte o a chirona», VOLUNTARIO. Recorrió media España encuadrado en unidades del ejército republicano. En el 1938, en una de las refriegas de la batalla del Ebro, su pelotón que defendía una colina, a la vista del avance imparable de una compañía enemiga que no hacía prisioneros, decidió, replegándose por una vaguada pasar a la zona nacional con el armamento en la mano. Después de pasar unos meses en un campo de clasificación de prisioneros volvió a casa. Unos años después fue llamado a filas para hacer la mili, con el empleo de Cabo prestó sus servicios en el botiquín del Cuartel.
Volviendo a la forma en que se convivía en mi pueblo cuando yo era joven. Los vecinos se ayudaban mutuamente, en invierno los hombres iban a la fragua aunque no tuvieran que sacar punta a una reja, arreglar unas trébedes o afilar unas hoces; iban a charlar,  contarse cuatro chirigotas y a pasarlo bien disfrutando de la tertulia.

En el mes de enero se cortaba la leña en el monte para todo el año; una persona por familia acudía, se realizaba un mantenimiento del monte de manera que cada veinte años aproximadamente se hacía la limpieza de una parte, dejando las guías apropiadas para que veinte años después se pudiera hacer la misma operación; se preparaba un montón por familia más los necesarios para los maestros, la Guardia civil y el cura. Si por alguna circunstancia ajena a su voluntad una familia no podía colaborar en el corte y preparación de la leña del monte comunal, tarea que duraba del orden de 15 días, también se contaba para hacer el montón correspondiente, nadie se quedaba sin leña.
Durante siglos se estuvo haciendo esto y nunca se produjo un incendio aunque más de tres cuartas partes del término municipal está cubierto de bosque. Todo el mundo tenía claro cuál era la manera apropiada de proceder.
Mi pueblo, Orejana, en Segovia, está en la zona de media montaña entre la sierra y el llano, es tierra de pastores, no muy propicia para la agricultura y tampoco demasiado para la ganadería, de ahí que muchas de esas personas de la edad de mi padre a las que me he referido participaron en la guerra en diferentes bandos pues cuando se procedió a alistar al personal, muchos de esos jóvenes estaban trabajando fuera del pueblo para mandar dinero a su familia que con frecuencia era numerosa.
Pienso que también por haber tenido la experiencia vital de la guerra con sus atrocidades donde los malos pueden ser verdaderos criminales puesto que no impera LA LEY; también probablemente habiendo vivido actos heroicos, no hacía falta que nadie les recordara que no sirve para nada bueno crear muros, cordones sanitarios … PARA QUÉ, para que terminemos a garrotazos como muy bien pintó Goya, para destruirnos mutuamente, no es eso lo que necesita España.

29/10/24 Juan Muñoz Ajo

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  1. Celestino Alonso Sánchez Celestino Alonso Sánchez

    Refrán:
    «Si el día es de agua, taberna o fragua».

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