NO A LA III GM
Fue la administración Nixon, con Kissinger como cerebro del plan, la que desbloqueó las relaciones con la China comunista y puso en marcha una política de acercamiento a Pekín para que las multinacionales yanquis (seguidas de sus vasallos europeos) invirtieran en China para hacer grandes negocios y forrarse, y con el objetivo político de meter una cuña entre Rusia (entonces amenaza clara) y China para evitar la unión de ambas potencias comunistas. Al parecer, durante todos esos años, las «impresentables» formas chinas de trabajar y hacer negocios no eran problema para los USA.
Mientras tanto, respecto a Rusia, siguió la guerra fría dejando que el sistema soviético se cociera en su propio caldo, no sin ayudar a convencer, vía los Rockefeller de turno, a Gorbachov de que el futuro de Rusia era acercarse a Occidente y al sistema capitalista. La jugada de Kissinger era perfecta: los USA establecían negocios tanto con China como con Rusia y así los intereses de ambos con los EEUU impedían un posible acercamiento entre ellos. Divide y vencerás.
Pero neutralizada la amenaza soviética, con el fin del Pacto de Varsovia, el complejo militar industrial empezó a ponerse nervioso porque si no había enemigo, el negocio se iba al traste. Además, Alemania tenía unos acuerdos con Rusia que, de seguir, podrían poner en peligro el despliegue militar USA en Europa y su control económico sobre el viejo Continente. Así que se tomó la decisión de ir ampliando la OTAN hasta la frontera rusa, para que las lógicas protestas rusas siguieran haciendo visible «la amenaza», y por tanto justificar, -retroalimentación-, la ampliación de la OTAN… y el negocio armamentístico.
Aquí hay que señalar una división entre – una parte- de los republicanos y los demócratas USA. Los primeros sostenían la estrategia Kissinger, pero los segundos, mucho más influidos/comprados por el complejo militar industrial, en cuanto tuvieron el poder, (con Clinton ya a la carrera y sin tapujos) se dedicaron a ampliar la OTAN hacia el Este.

Y su último capítulo fue, con Obama (alter ego de Clinton), profundizando la corrupción sistémica de Ucrania, organizar un golpe de Estado en Kiev para seguir provocando a Rusia y a ver si había suerte y el negocio se incrementaba. Y ¡Bingo! . Putin se metió; los acuerdos entre Rusia y Alemania volaron y la UE a pagar la juerga de la oligarquía anglosajona. Y aquí hay que señalar que el Brexit también interesó al lobby guerrero. Sería interesante saber cuánto dinero se gastó en propaganda a favor del Brexit.
Así que Rusia desangrándose, y los muertos y la ruina de Ucrania sólo son una inversión para el negocio de la futura reconstrucción, porque ahora el poderoso complejo militar industrial se ha diversificado y lo controla todo a través de los inmensos fondos de inversión: la industria militar, la tecnología, las finanzas, la energía y los MCS. Total, la oligarquía mundial sabe y por tanto y por nuestro bien ha decidido que sobran – sobramos – mil quinientos millones de personas en el mundo.
Y respecto de China, la cosa iba estupendamente hasta que se dieron cuenta de que China crecía tanto y copiaba tan bien que en unos pocos años se iba a merendar la hegemonía USA.
De manera que cuando la batalla, del terreno industrial y comercial, que fue apadrinado por los USA, fue pasando al tecnológico, al de los recursos naturales y a la influencia en el mundo, el lobby oligarca, a través de Clinton, vio que la única forma de parar ese proceso era hacer la guerra contra China. Y no la guerra económica, sino la guerra a muerte. La de verdad.
En los años noventa del pasado siglo, China era, si no vencible absolutamente, sí condicionalmente hasta el punto de aplazar durante decenios, tal vez para siempre, su opción de superar a los USA. Y es que los yanquis no necesitan invadir el territorio chino. Eso está absolutamente descartado. Les bastaba – y siguen convencidos de que les basta – con el bloqueo aeronaval y los bombardeos estratégicos. Y por supuesto, nada de bombas nucleares. Ni los chinos ni los rusos tienen opciones contra la superioridad nuclear yanqui. Pero hay que decir también, y más tarde volveré sobre ello, que tampoco interesa la guerra atómica a los EEUU.

Naturalmente, los que mejor conocen esta estrategia yanqui son los chinos y los rusos, y es evidente que no van a entrar al trapo de esa guerra. Su decisión es hacer una alianza mutua y con otros países, y presentar la batalla a largo plazo en el plano económico, buscando reemplazar la hegemonía del dólar.
Entonces el lobby oligarca belicista anglosajón se ve obligado a acelerar la opción guerrera y, además de la guerra en Ucrania, juega con el poder de Israel para avivar ese fuego que solo alcanzará el nivel buscado si ¿consigue? que Irán se tire a la piscina. Israel se presta a ello por muchas y poderosas razones, sin obviar una fundamental: el islamismo radical y terrorista ya ha demostrado que si tuviera el botón nuclear, todos al cielo con las huríes.
Una parte busca entonces mantener su hegemonía a través de una guerra convencional, y la otra trata de evitarla buscando alianzas económicas para, a largo plazo, hacerse con la hegemonía mundial.
Si Trump llega a la Casa Blanca, y mantiene su discurso, las llamadas a la guerra convencional contra China pueden bajar de intensidad, incluso con un acuerdo en Ucrania, aunque parece evidente que mantendrá el apoyo a Israel contra Irán.
Si ese escenario se confirma, Trump tendrá que defender la hegemonía yanqui en el terreno de la industria, de la tecnología, del comercio y de la diplomacia. Ya anunció, y lo ha vuelto a hacer, que pondrá aranceles a todo el mundo para proteger su industria y obligar a sus multinacionales a regresar a casa, término que incluye a Méjico y Canadá. Si a esa política se la quiere tildar de III guerra mundial, bienvenida sea. Por lo demás, y para no crearse más enemigos en el lobby «guerrero», se puede apostar a que mantendrá el gasto en Defensa.
Así que para la UE, y para España, que es lo más importante, la decisión, sabiendo y aceptando que estamos al Oeste de la raya, es si apostamos por la III guerra mundial de Trump, o por la III War World de los Clinton, Obama, Biden o Kamala. En Avante 2/3 lo tenemos muy claro.
Los EEUU han declarado hace mucho tiempo que ellos solos – ninguna potencia actual – puede dominar el mundo. Es decir, necesitan obviamente y sobre todo de la UE. Eso significa que si Europa no apoya el olor de la pólvora, los EEUU seguirán la máxima de que el comercio justo evita la guerra.
JUAN LAMAS OROZ
Un muy buen artículo. Pero pienso que Europa no está en su mejor momento y que la liquidación del Euro es factible, pudiendo ser su talón de Aquiles. Tenemos socialmente muchas minas antepaíses, (fugas de cerebros, de capital). Podría ser interesante mirar hacia nuestros hermanos de habla hispana, y actuar como bisagra entre las dos potencias mundiales. Deberíamos unificar lo que jamás debió separase; en su último libro del coronel don Pedro Baños «GEOHISPANIDAD», hace hincapié en esta cuestión, valorando la unión de fuerzas en un interés mutuo. Sería interesante poder sentarse en la misma mesa donde se reparte el pastel.
Me ha sorprendido y decepcionado profundamente este artículo, al punto de replantearme muy seriamente mi afiliación a Su partido
Me parece excesivamente conspiranoico y desprecia cuestiones básicas históricas como que Rusia esta actualmente regida por un despota que nada tiene que envidiar a los Estalin, Hitler o Mao, y que precisamente la sumisión de Europa al segundo de los mencionados promovió la peor guerra conocida
Respecto a Israel no valora justamente el esfuerzo que realiza para salvar a Occidente de la vuelta a la edad media, siendo esta una amenaza al nivel de Rusia o China, con una invasión CONSTANTE a Europa de personas en edad militar sumamente minusvalorada
No entiendo de geopolítica, pero si la situación es la que describe, espero que tengan mucho éxito por el bien de todos. ¡Ánimo!